Historia
¡La familia Maipach!
En el verano de 1967, los hermanos Anselmo, Feliciano y Aurelio Maipach viajaron desde Pergamino a Sierra de la Ventana a visitar a una prima. Los cautivó la panorámica de las sierras y el campo despoblado, y decidieron que ese sería su lugar en el mundo. Soñaron con construir su propio restaurante en un terreno con vista a la Sierra. Pero el lugar estaba ocupado por la Fundación Funke, de origen alemán, que había instalado allí un establecimiento agrícola, la estancia El Mirador.
Empecinados, descendientes de alemanes también ellos, fueron a ver al dueño. “Funke no les va a vender”, les advirtieron en el poblado. Pero los Maipach insistieron, hablaron con los hijos de Rudolf Funke, reconocido empresario agrícola y filántropo. Vendieron la casa paterna de Pergamino y tomaron un crédito. Llevaron su oferta, por siete hectáreas de campo. Finalmente hicieron el trato, aunque se quedaron sin recursos para el restaurante.Pero los Maipach eran perseverantes (los alemanes locos, les decían en el pueblo) y habían trabajado en la construcción: dos eran pintores y el otro maestro mayor de obras.Edificaron un quincho con techo de paja. Una parrilla en medio de la nada, a 20 kilómetros de Sierra de la Ventana, que por entonces era un pueblo chico, lejos del boom turístico que es hoy. El lugar cobró fama por las recomendaciones de viajantes y camioneros, y de a poco llegaron más comensales.
Uno de los visitantes, un empresario de Bahía Blanca, les facilitó en préstamo materiales de construcción. Así los tres hermanos empezaron a edificar su restaurante y formaron familia en el lugar. “Vivimos cerca de un año en un colectivo abandonado sin ruedas, hasta que se levantaron las primeras paredes y techos de material”, recuerda Jorge Maipach, actual administrador del complejo turístico El Mirador, e hijo de uno de los fundadores.
Hoy, el complejo comprende cuatro cabañas y un hotel con restaurante, salón de te, piscina, juegos infantiles e instalaciones deportivas (canchas de fútbol, voley y tennis). Como complemento del negocio, los Maipach tienen una fábrica de alfajores y productos regionales (dulces y conservas) que se venden en el hotel y en algunos locales comerciales de Sierra y alrededores.
El hotel tiene 70 plazas y hay un proyecto para construir siete suites. El restaurante de El Mirador, famoso por sus carnes exóticas (ciervo, jabalí y trucha), tiene capacidad para 250 cubiertos y cuenta con tres chefs en turnos rotativos. Pero la empresa sigue siendo esencialmente familiar. El padre de Jorge se ocupa de hacer el strudel, los alfajores y la torta selva negra. Y la madre, Tita, hornea la torta galesa.
* Fragmento del artículo «Un sueño hecho empresa» publicado por María Gabriela Ensinck en El Cronista